Lo que empezó como una apuesta sólo puede acabar en angustia.
Mudarme al medio de la nada justo antes de mi último año no era lo ideal.
Pero tampoco lo fue la muerte de mi hermano.
Se suponía que la mudanza sería un nuevo comienzo.
Una nueva ciudad, una nueva escuela, una nueva mentalidad.
Lástima que mis indiscreciones pasadas me siguieran.
Entra Jace Rivera, el chico de la puerta de al lado.
Jace es amado por el pueblo. Admirado por sus compañeros. Adorado por sus compañeros de equipo.
En la cancha de baloncesto, es un dios entre los hombres.
Fuera de la cancha, no es... nada de lo que esperaba.
Es profundo y puro y... devastadoramente torturado.
Sin embargo, de alguna manera, me ofrece luz mientras yo le ofrezco esperanza.
Al final, nos haremos daño o nos curaremos mutuamente.
No hay término medio.
«El dolor es el precio que pagamos por el amor», me dijo una vez.
Y un corazón roto es la consecuencia de ello.
No comments:
Post a Comment