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Después de conseguir el ascenso de mis sueños, me he empeñado en demostrarle a mi jefa que soy la persona ideal para el puesto. Destino gran parte de mi salario a ayudar a mis padres, y no puedo permitir que me despidan.
¿El primer paso? Ganar el premio a la mejor marca de café. Eso es pan comido. Hasta que me topo cara a cara con Cade Whitley. Éramos amigos en el instituto, hasta que un día desapareció sin decir palabra. Llevo años sin verlo, pero ha
envejecido como el buen vino…
¿Está increíblemente bueno? Sí.
¿Es descarado como él solo? También.
Además de arrogante, mandón y exasperante.
Pero no puedo resistirme a la tentación. La verdad es que ya estaba coladita por él en el instituto, aunque fue un flechazo no correspondido. A día de hoy, Cade Whitley sigue siendo mi kriptonita.
Cuando me besa y me confiesa que me desea, no puedo evitar rendirme a sus pies.
Estar con él es peligroso: no solo porque podría romperme el corazón, sino porque mi jefe podría enterarse y despedirme.
Pero Cade tiene una especie de don para hacerme olvidarme de todo... excepto de él.

2
Soy Spencer Whitley, CEO de una empresa multimillonaria. Pero, puertas adentro, soy un padre soltero que aún está aprendiendo sobre la marcha .
Entre devorar libros sobre crianza y pelearme cada noche con la rutina del sueño del enano, apenas me queda cabeza para pensar en otra cosa.
Pero cuando conozco a mi vecina, mi mente empieza a dispersarse. Penny es guapísima… y un auténtico desastre andante. Cuando se cae justo delante de mi casa, se me disparan todos los instintos protectores.
Mientras le curo las heridas, no puedo pensar en otra cosa que en conocerla mejor. Y cuando la veo jugando con mi hijo, empiezo a bajar la guardia sin remedio.
De repente, no paro de inventar excusas para invitarla a casa. Ambos tenemos buenas razones para ser cautelosos. Yo quiero centrarme en mi hijo y ser un buen padre. Penny necesita empezar de nuevo tras una ruptura complicada. Lo que no puedo negar es lo mucho que la deseo. Pero… ¿merece la pena correr el riesgo?
Pero Cade tiene una forma de hacerme olvidarlo todo... menos él.

Quería odiarla. En cambio, la necesito desesperadamente.
No llegué a ser CEO haciéndome el amable. Soy impulsivo y despiadado, y sí, a veces grosero. Pero así logro el objetivo, y eso es todo lo que me importa. Mis socios no están de acuerdo. Insisten en que necesito mejorar mis habilidades de comunicación. Así es como termino con Zoey Thomas siguiéndome la pista.
Desde el momento en que entra en mi oficina, tengo un objetivo: ignorarla hasta que se vaya. No necesito que nadie me diga cómo dirigir mi negocio. Yo tomo las decisiones. Siempre.
Pero cuanto más alejo a Zoey, más insiste. Y está empezando a cabrearme. Es demasiado alegre, demasiado descarada y demasiado sexy. Cuando por fin nos sentamos a hablar sobre cómo podría comunicarme mejor, apenas logro prestarle atención. En cambio, fantaseo con explorar su cuerpo toda la noche, y eso no sirve.
Consigo mantener las distancias, justo hasta que aparece en el ring de boxeo, donde me desahogo. Fuera de la oficina, el instinto me domina y la beso.
Ella me desea y yo la deseo, y nos exploramos mutuamente de todas las maneras que imaginé.
Pero Zoey Thomas debería estar completamente fuera de mi alcance. Es divertida y siempre tiene el corazón en la mano. Yo soy todo lo contrario. Peor aún, estoy casado con mi trabajo. Siempre lo he estado y siempre lo estaré. No puedo ofrecerle lo que quiere.
Pero ¿cómo se supone que voy a dejar que se vaya cuando lo único que quiero es conservarla?
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Gabe.
Me gusta ayudar cuando alguien está en apuros, y como Diane necesitaba un lugar donde vivir, le ofrezco mudarse a la buhardilla de la planta superior. Después de todo, ¿qué tan difícil podía ser tener una compañera de piso temporal?
Pues resulta que… muy difícil.
Vivir con ella está resultando físicamente imposible. No puedo evitar desearla siempre que se pasea por el salón. Cada vez que me responde con descaro, fantaseo con besar esa boca hasta que me suplique más.Pero soy el jefe de su hermana y ese es un límite que no debería cruzar… ¿o sí?
Diane.
Al principio dudé un poco en aceptar la oferta de Gabe, porque es el jefe de mi hermana. Pero Gabe es lo más. No solo es generoso y divertido (¡y está buenísimo!), sino también considerado.
Una noche, después de cenar en el centro de la ciudad, se comporta como un caballero y me acompaña a la puerta de mi casa. Solo que… consigo tropezar, romperme el vestido y mostrarle, sin querer, mis encantos en todo su esplendor.
¡Un desastre total! O eso creo.
El caso es que me planta el beso más ardiente de mi vida, de esos que te hacen temblar las piernas, te encienden la piel y te derriten la ropa interior. Y aunque acabo de salir de una ruptura infernal, no puedo resistirme a su encanto.
El problema es que no quiero poner a mi hermana en una situación incómoda por liarme con Gabe. Además, él y yo buscamos cosas distintas en la vida.
Cuty
Maddox Whitley es el hombre más arrogante que he conocido. Cree que el mundo gira a su alrededor y que todos los demás deben cumplir sus órdenes. Está decidido a comprar el negocio de mi padre, y está usando tácticas sucias para conseguirlo.
El parque de aventuras representa el trabajo de toda la vida de mi familia, y pienso defenderlo a capa y espada. Aunque tenga que enfrentarme cara a cara con Maddox y su irritante —y condenadamente sexy— seguridad en sí mismo. Lo desafío de todas las formas que conozco… hasta que él cambia de estrategia.
¡El tío se pone a coquetear conmigo! ¡El muy descarado! Me gustaría decir que su plan no funcionó… pero estaría faltando a la verdad.
Entonces, una tormenta de nieve nos deja atrapados en mi pequeña cabaña, y descubro una faceta diferente de ese magnate de los negocios. Después de que, por mi torpeza, me lastimara la mano, Maddox me sorprende cuidando de mí. Es increíble lo mucho que se puede conocer a una persona cuando quedas atrapada en una diminuta casa de un dormitorio.
¿El único problema? Tengo una sola cama… pequeña, estrecha, y la tormenta no da señales de amainar pronto…

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