Remi Ocean está destrozada.
Con sus sudaderas de capucha extragrandes, su pelo naranja y esa sonrisa de «vete a la mierda», es obvio.
Y sé por qué.
Es culpa mía.
Es nuestra culpa.
Si pudiera alejarme de ella, lo haría.
Dejaría atrás aquella noche.
La dejaría marchar.
Dejaría que los cargos, la absolución y la justicia que nunca obtuvo se convirtieran en cenizas.
Pero no puedo.
Alguien me necesita.
¿Y yo?
Yo la necesito a ella.
Pero la chica buena está empezando a volverse mala.
Estoy empezando a perder la cabeza.
Ya no es mía, y no puedo permitir que eso suceda.
Algo malo le ha pasado a Remi.
Y yo soy el jodido responsable.
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