
Eran los chicos que toda chica decente sabía que debía evitar.
Ricos y privilegiados.
Guapos y crueles.
La imagen de la rebeldía… con lenguas tan afiladas que hirían hasta los huesos.
Los admirábamos a pesar de sus juegos peligrosos.
Reíamos incluso mientras llorábamos.
Todo era diversión y juegos hasta que la primera chica descarada murió.
Ahora, mientras los cadáveres se acumulan, creo que puedo soportar su maldad. Solo el tiempo dirá si escaparé.
Porque cuando los chicos ricos están acostumbrados a conseguir todo lo que quieren, ni siquiera la vida de quienes los rodean es un precio demasiado alto.
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